miércoles, 16 de julio de 2014

Celia Cruz: a 11 años de la partida al Cielo de La guarachera de Cuba



   Grande entre las grandes, tan única –como Rita Montaner-, mundialmente famosa por su contagioso grito de “Azúcaaaaaa…”, Celia Cruz está cumpliendo
11 años de haberse ido al Cielo, quizás a cantarle a los dioses que ya no bajan al Olimpo, o mejor, a cantarle al espíritu de su gente, donde quiera que estén.
   El trovador cubano Silvio Rodríguez tenía razón cuando afirmó, al saber de su muerte, que debía estar en una nube cantando, mientras Compay (Segundo) tocaba. "Ojalá sea así", afirmaba el autor de Pequeña Serenata Diurna.
   La tarde del 16 de julio de 2003, hace 11 años, esta habanera falleció en su casa en Fort Lee, en Nueva Jersey. Nunca supo que otro gran músico cubano, Compay Segundo, había fallecido dos días antes.
   Unos le decían “La guarachera de Cuba”, otros la encumbraban como la Reina de la Salsa, pero ella, con su risa de siempre, llevó la música cubana por todos los rincones y dejó un legado impresionante, con más de 70 discos grabados y siete premios Grammy.
   Una voz impresionante que cuando se dejaba escuchar con “La negra tiene tumbao”, “Quimbara” y “La vida es un carnaval”, ponía a bailar a todos, sin distinción de origen. Celia Cruz era Cuba sobre el escenario.
   Su vida empezó en un barrio de La Habana, el 21 de octubre de 1925, siendo la segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles y una ama de casa. Cuentan que un turista la escuchó cantando en la calle, cuando tenía once o doce años y quedó tan sorprendido con su voz que le compró su primer par de zapatos.
   Aunque su padre quería que fuera maestra, su madre siempre la apoyó en su afición al
canto. Cantó y bailó todo lo que pudo y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Arte, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias, recibió por primera vez un pago en efectivo, 15 pesos, en Radio García Serra.
   Su carrera como artista, cuando todavía su nombre era conocido por unos pocos, la inició en la emisora de radio Mil Diez, operada por el Partido Socialista Popular, el viejo primer Partido Comunista de Cuba.
   En 1948, Roderico Rodney Neyra , fundó el grupo de bailarinas Las Mulatas de Fuego y Celia fue contratada junto a este grupo como cantante, que alcanzaron gran éxito y tanto así que llegaron a viajar a Cafarnaún, en Israel, en 1949.
   Su gran oportunidad profesional surgió en 1950, cuando Mirta Silva, solista de La Sonora Matancera, regresó a su Puerto Rico natal y Celia superó las pruebas de selección.
   En sus inicios en La Sonora, no gustó su peculiar estilo, pero sus dotes como cantante y su personalidad la hicieron miembro permanente durante quince años de la agrupación.
   En América Latina, recorrida casi país por país, la conocían como "la guarachera de Cuba". Sus éxitos inolvidables de aquel entonces: Burundanga, Caramelos, El yerbero
moderno, Tu voz, Ritmo tambó y flores, Pa' la paloma, Nuevo ritmo omelenkó, Vallán vallende, La sopa en botella, entre otros éxitos.
Celia Cruz, junto a la orquesta La Sonora Matancera
   El 15 de julio de 1960 la Sonora Matancera consigue un contrato para trabajar en México. Un mes después Celia recibe la noticia del fallecimiento de su padre Simón Cruz. Finalmente los integrantes de la banda deciden no regresar a Cuba y un año después, la cantante se mudaba a los Estados Unidos y firmaba contrato para actuar en el Palladium Hollywoodense.
   El 14 de julio de 1962 Celia Cruz contrae matrimonio con el también músico Pedro Knight. En 1966 Celia adopta la nacionalidad estadounidense y ese mismo año Tito Puente la llamó para trabajar junto con su Orquesta. Con el famoso percusionista llegó a grabar un total de ocho discos.
   Un cambio musical la hizo ingresar a la salsa y en 1973 se alió con el pianista y artista exclusivo del sello disquero FANIA, Larry Harlow y encabezó un concierto de música afrocubana en el Carnegie Hall de Nueva York. Posteriormente, participó en un legendario concierto grabado en vivo en el Yanquee Stadium con The Fania All-Stars, un conjunto integrado por líderes de grupos latinos que grababan para el sello Fania.
   En 1974, graba un álbum conceptual con el flautista y arreglista dominicano Johnny
Celia Cruz junto a Johnny Ventura
Pacheco, quien tuvo la virtud de actualizar ritmos tradicionales que, en la voz grave y expresiva de Celia, se convirtieron en un disco de oro. Las nuevas grabaciones de la dupla fueron decisivas para asentar el boom de la salsa.
   Durante los años 1980, Celia Cruz grabó y realizó varias giras en Latinoamérica, dando múltiples conciertos y shows de televisión donde quiera que fuera, cantando tanto con estrellas jóvenes como de su propia época.
   En 1982 se reencontró con la Sonora Matancera, y grabó el disco Feliz Encuentro. Ese mismo año, también se le rindió un homenaje en el Madison Square Garden, y la acompañaron todos aquellos que la respaldaron en su carrera artística y también artistas invitados.
   En 1989, ganó su primer Premio Grammy por el disco que grabó con Ray Barretto y también fue invitada para celebrar los 65 años de la Sonora Matancera en el Central Park de Nueva York, compartiendo escenario con sus antiguos compañeros como Daniel Santos, Carlos Argentino, Vicente "Vicentico" Valdés y Bobby Capó.
   En 1990 viaja a la ilegal Base Naval de Guantánamo para dar un concierto. Cuando salió de esta presentación se llevó en una bolsa unos gramos de tierra de Cuba, la misma que pidió que fuera colocada en su ataúd.
   En 1992 participó con los actores Armand Assante y Antonio Banderas en la película Los reyes del mambo. También participó en el homenaje discográfico que se le rindió a la cantante y actriz hispana Lola Flores, grabando a dueto con ella su ya famoso tema Burundanga.
   En 1993, bajo el sello discográfico del empresario Ralph Mercado (RMM Records), grabó su disco Azúcar negra.
   En el año 2000 es invitada al Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en
Chile donde se presenta con gran éxito y gracias a su simpatía y excelente calidad vocal es nombrada por los periodistas que cubren el evento como la reina del festival. El mismo año es nominada al Grammy y lo gana por su álbum Celia and Friends.
   En sus últimos años de vida estuvo afectada por un cáncer de mama, que, aunque le fue operado, hizo metástasis en el cerebro. Después de su muerte, su cuerpo embalsamado, fue llevado a Miami y Nueva York, de tal manera que todos pudieran rendirle homenaje.
   Después que salió definitivamente de Cuba, en 1960, se mantuvo sistemáticamente activa en las campañas que se fraguaron contra la Revolución Cubana generadas desde Estados Unidos, por lo que fue utilizada como ícono por el enclave contrarrevolucionario de Miami.
   A pesar de eso, músicos residentes en la isla como Silvio Rodríguez, el pianista Chucho Valdés y el salsero Isaac Delgado lamentaron su deceso y no escatimaron calificativos para Celia. Sin dudas que el pueblo cubano, dentro y fuera de la isla, lloró su muerte.
   El sepelio de Celia Cruz fue bochornosamente aprovechado por la Fundación Nacional Cubano Americana, en un acto de vulgar oportunismo político para convertir su velorio en una tribuna política, sin calcular que Celia, a pesar de sus diferencias ideológicas, siempre será de Cuba.

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